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El osito de goma, no fue el culpable...(Parte I)
Ahora las cosas cambiarían para ella, había trabajado todas las vacaciones para conseguir nueva ropa y nuevo look, que llevaría todo el año.
Al entrar por la puerta, Charlie se imaginaba una entrada triunfal, donde todos se quedaban asombrados por el cambio en ella. Por eso decidió llegar tarde, así nadie se perdería su gran entrada.
Después de haberse sentado, se dio cuenta que nadie volteó a verla. Eso no le importó mucho, su principal objetivo era atraer la mirada de Michael, pero este no se encontraba en el aula. ¿Qué habría pasado?- se preguntó Charlie. Las cosas estarían marchando mal. Ella se inscribió en todas las clases, en las que Michael se hubiera inscrito. Todo el año pasado, se la había pasado averiguando sobre él.
El profesor pidió que trabajen en dupla, Charlie buscaba con quien juntarse. No podría quedarse sola y, quedar como el hazme reír de todos. Ella se quedó sin pareja. ¡Ni siquiera, por que era una de las alumnas más aplicadas en química, logro unirse con alguien más!
Sonó la puerta. Charlie cruzó los dedos, para que fuera Michael llegando tarde como era de costumbre en la gente popular, como él.
Si, era él. Te estábamos esperando, Michael. Ya tienes pareja de estudio reservada-dijo el profesor señalando a Charlie. Esta quería saltar de alegría, pues su suerte se estaba volteando. No todo salió bien, como ella quería. Pero consiguió ser pareja de estudio de Michael, al menos podría entablar conversación con él y ganarse su confianza.
Hola, me llamo Michael. No soy bueno en química ¿Me ayudarías?-dijo este con un gesto amable. Charlie evitó responder un sí desesperado e hizo silencio por un momento. Sonó el timbre, debía apurarse para entrar a la siguiente clase. Pero demoró más de lo acostumbrado, para darle la respuesta a Michael. Este se acercó a ella. ¡Aun no me has dado tu respuesta!-afirmó Michael. Sí, te ayudaré, me llamo Charlie.-dijo ella.
Charlie no podía creerlo. El chico más popular de la escuela le había pedido ayuda. Mientras se lanzaba gomitas de osito a la boca, se imaginaba a Michael. Un chico blanco, de nariz respingada, labios delgados, ojos grandes y marrones claros. Ese rostro vería, todos los días a su costado en clases de química.
Tanta emoción junta, en el primer día de clases. Era demasiado bueno, así que decidió quedarse un rato más en el aula. Pues, un regaño por llegar tarde a clase, no le molestaría. Se lanzaba gomitas de osito a la boca, uno de estos se atoró en la garganta. El susto fue fuerte, pero logró botar la gomita.
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