La protesta se desarrolló de manera pacífica y alturada. Al principio faltaba un líder que incite a las masas a proliferar sus pensamientos. Poco a poco el alumnado utepino se animó a hacerlo y así llegaron los primeros gritos de disconformidad.

Al ver que ninguna autoridad se acercaba al lugar de conflicto, los alumnos bramaron al unísono “rectorado”. Sin éxito decidieron dirigirse hacia el bloque donde se ubica dicha sección gerencial.

Un alumno de la FACO tomó la palabra y manifestó que había un documento el cual presentarían a las autoridades respectivas para que evalúen la situación en discusión.

Pronto las masas se esparcieron esperando una respuesta. Treinta soles sería el desbalance económico que habría impuesto en los alumnos la universidad privada.